Mi primer libro: "Tiempo de Familia"



Quiero presentarles mi libro que editó San Pablo, y que escribí con mucho amor para todos ustedes. Se llama “Tiempo de Familia”.

Conectarme con el título que elegí para este libro me implicó acercarme al lugar que, entiendo,  es un espacio lleno de significados, a veces buenos otras no tanto y a veces hasta malos (Robert Neuburger hablaría de “la familia dolorosa”) , pero que tramó miles de caminos que fueron tejiendo una y varias historias: la nuestra propia y la de nuestros familiares. Y que, con avances y retrocesos, llanuras y sinuosidades, conforma el lugar donde nacimos, donde crecimos, del cual nos fuimos, y al que regresamos (ya sea metafóricamente o literalmente) de tanto en tanto para reconectarnos con nuestras raíces.
Y merece un punto y aparte señalar a la familia actual, es decir, la que formamos desde nuestra libre elección como una de las metas más deseadas por la persona y que nos demanda el resto de la vida en cuanto a deseos, esfuerzo, trabajo, constancia, y nuevos deseos (y sigue la rueda…)
 Por eso, “tiempo de familia” es un intento de desterrar lo que otros han dado en llamar “la muerte de la familia”, para recuperar lo que de nosotros hayamos perdido en el camino. Realidades dolorosas, por supuesto que las hay: padres adolescentizados,  padres ausentes,  padres confundidos,  rechazo a la maternidad- paternidad,  hijos abandonados,  hijos desorientados, son algunas de las fotos que conforman el cuadro de una sociedad que perdió el rumbo, justamente por perder los anclajes.  
 Este es un hoy que plantea grandes interrogantes para la Familia argentina y del resto del mundo. Por un lado, el desafío de conservar su virtud esencial (darnos buenas  matrices de aprendizaje para el resto de la vida) y por otro, la  búsqueda de una mejor calidad de vida familiar como sostén personal y como capital social.
 Tal escenario nos demuestra, de distintos modos, el impacto que pesa sobre la realidad familiar, a veces probándola, otras desfigurándola y, otras hasta destrozándola.
 Por lo tanto, detenernos a considerar a la Familia en sus aspectos más esenciales, como fuente de vida y de bien, nos obliga a recorrer una línea de pensamiento que apunta al eje mismo de esa primera vivencia que funda y da sentido a la vida. Ese primer espacio de pertenencia que puede ofrecer, además de un nombre y un apellido, el mejor sostén desde donde ver el sol o desde donde afrontar las tormentas. Esa primera vivencia del amor humano (en el mejor de los casos) que marcará un estilo de búsqueda de por vida de los otros y del mundo. Un hambre de vinculación, ya sea desde la experiencia necesaria del recibir como desde la vivencia enriquecida para el dar, que registrará momentos de alegría y encuentro y situaciones de soledad y frustración.
 Esta es la vida, y para darle el “sí” a esta historia (la de cada uno de nosotros) tenemos que re-elaborarla, transformar incluso los dolores y los sinsabores para superarlos y aprender. Para que la familia que elijamos construir no arrastre lo que muchas veces criticamos de la familia de origen. Y vale aclarar que incluyo a todos aquellos que están solos y que sienten que no les toca el tema de la familia, pero sí les toca porque como siempre digo “el hombre es un ser vincular”, porque viven en una comunidad en la cual influyen y son influidos, porque nacieron de un hombre y una mujer, porque detenernos a reflexionar de dónde venimos y hacia dónde vamos siempre vale la pena.

 Decir “persona” es decir “ser familiar”, “ser social”…y lo que Usted quiera agregar. Por eso es fundante el valor de la experiencia familiar, como ese primer espacio dador de sentido, del alimento, que luego salimos a intercambiar con el mundo. Y vamos a proponer, como dieta elemental, cuidar el adentro para llevar al afuera lo mejor de nosotros.
 A ver si así, entre todos, logramos construir un mundo mejor…
 “Por la Familia…comencemos el cambio”, este fue el lema de nuestra primer propuesta editorial, que se transformó en revista. Y nos llegó la musa inspiradora, como suelen llegar algunas buenas ideas: en el año 2001, en medio de tanta penuria social. Para nosotros, los que hicimos de ese sueño una realidad, fue un ejemplo más de esos espacios creativos que transforman lo catastrófico en hechos positivos.
 Una estrofa de lo que es la vida misma. Comprendimos que lo primero es lo primero, y es justamente la Familia (real o ideal) o la imagen de Familia que construimos con otras personas importantes y  significativas de nuestra historia. Es este el templo en donde preparamos el bolso con todo lo que necesitaremos durante cada jornada (y en toda nuestra vida), para salir a la calle.

 “Cada casa es un mundo”:

 Mi abuela armenia, que de Psicología sabía lo más importante (lo que de la vida aprendió estando abierta a cada persona en su maravilla), nos repetía esa frase. Y provocaba en mí el entendimiento de que en cada casa sucedían hechos y se manifestaban conductas que indicaban los distintos estilos de encarar la vida en esa íntima convivencia. Incluso me demostró que eran esas diferencias entre una familia y otra las que avalaban  los distintos tipos de constelaciones familiares, con sus sistemas de creencias, sus mitos y rituales.
 Ahora mi profesión me sitúa en un lugar donde comprender la dinámica y la estructura de cada familia que consulta me abre al maravilloso mundo (al menos para mí) de las relaciones interpersonales.
Es por esto mi insistencia en la buena comunicación, como puente ineludible para una sana con-vivencia, a la hora de aprender a com-partir la vida con los otros.

Tiempo de Familia:
 Transitando una época que se caracteriza por el ruido de lo light, el zapping y la falta de verdaderos encuentros, se hace necesaria una profunda reflexión sobre la condición y el valor de la familia. Como sociedad, nos enfrentamos permanentemente al vértigo de lo próximo, de lo desconocido…Por eso es tan necesaria una plataforma con raíces que por lo menos nos indique el  “desde dónde” planificar el futuro, y que no desaparezca por más conjuros que se reciten.
 Creo que hoy es un tiempo que, justamente por quebrar muchas pretendidas seguridades, despeja el sitio de lo importante. He aquí una de las aristas positivas de los tiempos difíciles. Sucede generalmente cuando el sufrimiento suena fuerte (Lewin describía al sufrimiento como “el megáfono de Dios”): se impone repensar las prioridades. Tal vez éste sea un tiempo propicio para re-significar nuestra valoración sobre la condición humana y su gran referente: la Familia.


 ¿Qué valores nos definen como familia?,
¿Contribuyo a la armonía de mi hogar, aprendiendo a comunicarme cada vez mejor?,
¿Ofrezco tiempo real a mis seres queridos?,
¿Ensayo modos de convivencia cada vez más eficientes?,
¿Entiendo a mi familia como la primer empresa?

 Estos son algunos de los interrogantes que vale la pena hacernos de tanto en tanto, para virar el timón hacia un mar más navegable.

 Espero que, al leer el libro, me envíen sus comentarios que son los que me nutren para seguir escribiendo a mi correo: familiaysentido@gmail.com


Capítulos de libro:
1)     Introducción: Nosotros y la búsqueda de sentido. p.3

2)    ¿Qué es la familia?  p. 6

3)    La Pareja humana: hoy, más pareja que nunca. P. 11

4)    La mujer, hoy y siempre. P.17
Ser madre y trabajar.

5)    El nuevo hombre: el ser varón en despliegue. P. 27

6)    El desafío de ser padres en la actualidad. 31

7)    El adolescente y su familia. 36.

8)    El valor del compromiso aprendido en la Familia. 42

9)    Vivir en familia: la esperanza como tarea. 46

10) Una tiranía llamada belleza, versus la dignidad de la verdadera belleza. P 51.

11) Familia y Sociedad: una relación sin límites. 56.

12) Familia y crisis: la buena opción son los acuerdos. 60.

      13) Familia y solidez: capacidad de oposición y reacción del espíritu humano. 63.


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